«Abierto a múltiples fuerzas que desdibujan los límites de continentes, estados y culturas locales, el mundo del siglo XXI se ha vuelto sin duda más fluido y navegable. De eso parecen hablar las nuevas formas errantes del arte y la cultura de América Latina, y sus artefactos y proyectos móviles que se nutren de arraigos sucesivos o simultáneos, a tal punto que nos preguntamos si existe todavía América Latina, y si hay una cultura y un arte latinoamericanos… Frente a un multiculturalismo condescendiente que exalta la diversidad sin alterar la dirección ni las estructuras de poder de los intercambios, frente a un nuevo exotismo que hace de los Otros fetiches coleccionables, se impone recomponer el mapa cultural del continente. Basta atender a los saberes de un arte y una cultura que reconfiguran el mundo con y sin señas de origen que los antecedan, pero amplíando el horizonte de lo diverso sin perder las propias singularidades.»

Graciela Speranza,
Atlas portátil de América Latina.

La inestabilidad y la polarización política; las crisis sociales y económicas derivadas de la pandemia global; los retos que nos exige la emergencia climática; el escenario de crecimiento exponencial del entorno digital, multiplicado por nuestra dependencia a los dispositivos; y la descentralización del trabajo y el acceso a la información, plantean grandes desafíos, pero también oportunidades de futuro que deberemos afrontar a corto y mediano plazo. La mejor forma de hacerlo pasa por poner en el centro a las personas y sus realidades sociales; promover la cocreación y el diálogo multidisciplinar; liberar el conocimiento para hacer florecer la innovación; y, en general, desarrollar una mirada ecosistema que nos permita la sostenibilidad en igualdad de oportunidades.

En este nuevo contexto global, dentro del que se enmarca la celebración del Bicentenario de la Batalla de Pichincha de Quito, se hace necesario configurar nuevos nodos de creatividad descentralizados en donde los agentes culturales y creativos, puedan jugar un papel fundamental. Todos y todas estamos convocadas a participar con responsabilidad; entendiendo el papel de las culturas locales y los/sus saberes ancestrales que nos permitan dibujar nuevos escenarios de futuro desde la creación y la cultura.

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